Construir una estrategia de negocios es toda una aventura. Encuentros, reuniones y conversaciones en torno a múltiples temas de las organizaciones y de su entorno, que terminan en definiciones de apuestas y renuncias.
El ejercicio estratégico suele además tener múltiples metodologías de abordaje y recibe asesoría de consultores y otros actores. En general es un proceso cada vez más participativo y casi siempre bien acompañado desde las organizaciones y desde sus aliados de negocios. Además, en los últimos tiempos coincide en buena parte de las organizaciones con la implementación de metodologías ágiles para la definición de objetivos estratégicos en periodos de tiempo cada vez más cortos, casi siempre vistos en trimestres (los famosos Q).
Podría decirse, con lo anterior, que construir la estrategia suele ser un proceso cada vez más consolidado. Es allí donde aparece un fenómeno particular: no sucede lo mismo con la ejecución. Ejecutar la estrategia se convierte en un reto lleno de incertidumbres y con equipos que trabajan casi siempre en solitario, haciendo interpretaciones desde lo que logran ver en el mercado y en sus propias organizaciones, para recorrer ese camino trazado.
La realidad es que las estrategias suelen quedar diseñadas como intangibles que guían el camino, pero donde las decisiones a tomar no siempre emergen de manera natural o, como mínimo, requieren nuevos elementos de juicio. Es en este contexto que desde RealRisk nos hemos dado a la tarea de encontrar un antídoto simple a la “soledad” que experimentan los equipos en la ejecución de la estrategia, haciendo que los procesos de decisión de los ejecutantes se den de manera más fluida.
El antídoto para que los equipos no sientan que quedaron a su suerte en la ejecución de la estrategia es una mezcla entre las preguntas adecuadas, la búsqueda de respuestas y la estructuración de casos que permitan tener referentes. En el equipo de RealRisk nos hemos preparado a lo largo de 20 años para que estas tres coas funcionen. Acompañamos a las áreas a que se hagan preguntas sobre su rol en la estrategia, que definan las brechas de conocimiento frente al mercado para abordarlo mejor, que reciban análisis claros sobre hacia dónde va el mundo en esos frentes y que tengan puntos de referencia de lo que ya se ha hecho o de lo que se podría hacer. Seguir este proceso saca el plan de lo intangible y permite a los equipos ponerse en acción sin sentir que tienen sobre sus hombros el papel de reinventar la rueda.
Además de no dejar a los equipos solos en la ejecución, esta tangiblización de la estrategia en las áreas encargadas de ejecutar, permite la aparición de filtros tempranos que retan el enfoque de manera positiva y anticipada. En definitiva… todo es más real.
Contacte a RealRisk para conocer nuestras prácticas asociadas a la ejecución estratégica… acompañamos a su equipo en el momento de hacer que las cosas pasen.